Apodado como Chiquito, por sus familiares y amigos, que también solíamos decirle, "El Mismisimo", "Ticú", "Berambo", entre otros nombres que llegaban a Chiquitico en cada una de sus andanzas.
Lo cierto es que con este hombre se va un ser humano para el cual servir a los demás era una de sus finalidades principales, sin importar la paga que fuese a recibir, en el mayor de los casos. Su profesión todólogo por naturaleza (Albañil, electricista, soldador, técnico de radio y televisión, refrigerador, y muchas otras que se me quedan), vía que usaba para sustentarse y a la vez corresponderle a sus vecinos en cualquier reparación, como ya se escribió sin importar el monto por el que sería retribuido.
Ya no lo podremos escuchar haciendo sus llamadas, las cuales hacia con su "bipers", mucho menos las discusiones que sostenía con el Doctor Antonio Lara y con Minguín, esas que eran de antología y que manejaba con una lógica fruto de sus experiencias vividas. El Sanford que siempre fue uno de sus más cercanos ya no mirará hacia la calle Gregorio Luperón desde la Juana Saltitopa para ver si Berambo está en su humilde casa.
De Chiquitico hay para escribir un montón de anécdotas, todas independientemente de la situación, cargadas de ocurrencias de un mortal que vivió para los demás. Puedo decir que está es la primera vez que escribo sobre Fernando Willams "Chiquimbo" más no la última.
